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Spanish to German: Juárez: entre la política de horror y la resistencia General field: Art/Literary Detailed field: Journalism
Source text - Spanish Juárez: entre la política del horror y la resistencia
Willivaldo Delgadillo
1.Juárez en Berlín
En febrero de 2010 asistí a un encuentro de la Red Alemana de Derechos Humanos en México celebrado en Berlín; al llegar me enteré de la masacre de Villas de Salvarcar; 16 adolescentes habían sido asesinados por un comando armado mientras celebraban una fiesta y el gobierno dijo que se trataba de un pleito entre pandillas; cuando regresé dos semanas más tarde encontré a la ciudad amotinada en contra del gobierno federal; justo ese día, Luz María Dávila, madre de dos de la víctimas se plantó frente Felipe Calderón y lo declaró persona non-grata. Ese momento fue un punto de inflexión en la llamada guerra contra las drogas. Aunque para entonces se habían realizado ya marchas y protestas a favor de la paz, contra la militarización y por la justicia, a partir de ese momento las movilizaciones tomaron una fuerza moral distinta y estuvieron encaminadas a desenmascarar los discursos que sostenían las políticas de limpieza social del Estado mexicano. La llegada de la Caravana por la Paz convocada por Javier Sicilia un año más tarde colaboró a dignificar y poner en el centro de la discusión a las víctimas. Sicilia definió a Juárez como el epicentro del dolor. Esta declaración fue sin duda el reconocimiento al sojuzgamiento al que fue sometida esta ciudad por el gobierno de Calderón, a los más de diez mil asesinatos y la criminalización de la vida social. Al mismo tiempo fue un reconocimiento al hecho de que fue en Juárez empezó a forjarse un espacio de resistencia en contra de la militarización, y quizá habría que agregar ahora, a la politica del horror de la que recientemente ha hablado Sicilia.
Ante la imposibilidad de abarcar todo lo que pasaba en Juúarez en aquel encuentro de la Red Alemana por los Derechos Humanos en México, recurrí al relato de un viaje en helicóptero. Iba así; desde el helicóptero vemos una mancha urbana entre el desierto y una cadena montañosa. Al sur se ven las dunas de Samalayuca, saqueadas y socavadas constantemente desde principios de los noventa. No lejos de ahí está un cementerio nuclear que guarda una pastilla de Cobalto 60, encontrada en un aparato de radiología en los años 80 y cuyo potencial radioactivo pudo haber causado daños irreparables; causó varias muertes. Lo anterior es un botón de muestra de la devastación ecológica que se vive en la región. Al oriente está el una larga ristra de poblados, otrora agrícolas, destruidos por la especulación inmobiliaria y el narcotráfico, conocida como el Valle de Juárez. Y al poniente de la ciudad está Lomas de Poleo, un asentamiento en disputa entre un grupo de colonos que viven ahí desde hace 30 años y un poderoso grupo empresarial. El litigio lleva muchos años. Lo que está en juego para los colonos es un proyecto de economía autogestivo basado en granjas. Para los empresarios, lo que interesa es un territorio de varias hectáreas, situado estratégicamente en un corredor industrial binacional para el cual los gobiernos locales han estado construyendo infraestructura como las carreteras Jerónimo y Camino Real que comunican a Juárez con Nuevo México por varias vías. Estas inversiones están encaminadas a detonar un polo de desarrollo (maquilador) más en Juárez. La misma fórmula caduca basada en los bajos salarios y la pobre, y en algunos casos nula, inversión en satisfactores materiales y simbólicos para los trabajadores, en su mayoría mujeres inmigrantes, pero también hombres jóvenes desplazados. Desde hace ocho años los empresarios crearon un dispositivo paramilitar con casetas de vigilancia y guardias armados para cercar Lomas de Poleo y controlar quién entra y quién sale en un intento de aislar a los colonos de sus vecinos y Lomas de Poleo Bajo, y de las organizaciones sociales y de derechos humanos que han intentado apoyarlos. Esta guerra de baja intensidad ha contado con la anuencia y complicidad de las autoridades locales y federales que han adbicado de sus responsabilidades y han permitido que un grupo particular encierre a otro grupo en un virtual campo de concentración, con el objetivo de que desistan de sus reclamos y le cedan la tierra. Como puede observarse, no se trata de una disputa más por la tierra, sino de una cruzada por reconfigurar las relaciones socio-espaciales en la región. Lomas de Poleo no es un asentamiento irregular; los colonos cuentan con documentos que amparan su legítima ocupación de la tierra. Durante muchos años tuvieron servivio postal y electricidad. Sus calles tenían nombre y esa nomenclatura figuraba en el mapa de la ciudad; había dos escuelas y una parroquia. Los gavilleros al servicio de la familia Zaragoza se encargaron de quemar casas (en una ocasión con dos niños adentro), de demoler la iglesia y de quitar los nombres de las calles y de envenenar a los perros; mientras tanto, los abogados gestionaron el retiro de los postes de electricidad. Su objetivo era reducir a una comunidad al estatus de terra nullius; quisieron disfrazar el despojo a una comunidad; para colmo, en uno de los episodios más violentos, uno de los abogados que llevaba algunos de los casos de los colonos fue acribillado a unas cuadras del Tribunal Agrario en la capital del estado.
Los sucesos en Lomas de Poleo anunciaban los tiempos por venir.
2. De la precariedad y la violencia contra las comunidades
El estado fronterizo de Chihuahua es paradigmático de los efectos devastadores del libre comercio en México, no solamente del TLC, sino de las políticas que se han venido ensayando en la región desde los años 60s. En Chihuahua, y en particular en Ciudad Juárez y sus alrededores, se concentran de manera dramática la violación sistemática de los derechos humanos, el feminicidio y la violencia de género, el enraizacimiento estructural del desvío del poder, la militarización y la criminalización de los jóvenes y la protesta social, el desplazamiento forzado, las ejecuciones extrajudiciales, la destrucción de la economía regional, la devastación del campo, las consecuencias sociales de la desregulación laboral y la incapacidad de las instituciones nacionales e internacionales para responder a los agravios, .
Proyectos históricos como la subordinación de la clase obrera a los intereses transnacionales han generado poblaciones enmarcadas como desechables. Desde la década de los 40, mediante regímenes de trabajo temporal como el Programa Bracero, el estado mexicano permitió el tráfico de la mano de obra masculina bajo condiciones de alta vulnerabilidad con el propósito de sostener la movillización bélica estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Corea. Posteriormente, en la década de los 60, a través de iniciativas como el Programa Industrial Fronterizo (PIF) y el Programa Nacional Fronterizo (PRONAF), el estado mexicano institucionalizó jurídica e ideológicamente las bases para la creación de una fuerza laboral subordinada, en un primer momento compuesta fundamentalmente de mujeres, a los lineamientos del capital transnacional. Las condiciones de excepción en las cuales ha funcionado este ensamblaje de intereses transnacionales han generado enclaves de maximización de la precariedad de la vida. Lo anterior se refleja en los bajos salarios, lo intensivo de los procesos de producción, la malas condiciones de trabajo y de vida, pero sobre todo el estigma de la desechabilidad de las personas que son objeto de estas políticas públicas. El Estado al servicio del libre mercado ha realizado accciones deliberadas para anular la capacidad de organización y respuesta de comunidades enteras. La represión política y sindical, la violencia contra las mujeres, las desapariciones forzadas y la permisividad selectiva del tráfico de drogas y armas han sido algunos de los instrumentos utilizados por el estado para mantener sus franjas de estado de excepción. Estos proyectos históricos han generado los procesos mediante los cuales se han generado las condiciones de maximización de la precariedad de la vida que prevalecen ya no solamente en enclaves fronterizos como Ciudad Juárez, sino a lo largo y ancho del país.
3. Decisiones deliberadas
Para sostener la vida es necesario crear entornos sostenidos y sostenibles y ahí donde no hay posibilidades de mejorar, se requiere un esfuerzo por minimizar su precariedad y fortalecer las condiciones para la vida. Esto, según autores como Judith Butler, constituye la materialidad de las decisiones éticas que enfrentan las sociedades. En lugares como Ciudad Juárez, el Estado mexicano ha sido omiso y no solamente ha abdicado de sus obligaciones de crear las condiciones sustentadoras de la vida; en algunos casos, como el de Lomas de Poleo, además adbicar de sus atribuciones y obligaciones, se ha sometido a los intereses privados de los actores de la glabalización a nivel regional. En este contexto, el gobierno de Felipe Calderón instrumentó políticas de seguridad que hicieron la vida más precaria. Cada uno de los por lo menos 80 mil asesinatos del sexenio son como un terremoto que ha cimbrado las comunicades. En Juárez, la cifra alcanzó los 12 mil muertes violentas; las consecuencias sociales, políticas y éticas de semajante catástrofe humana están por aquilatarse.
En un oportuno artículo publicado en la revista Nexos en 2010, Héctor Ruvalcaba resaltó que el sector de los jóvenes ha sido el más afectado por los desastres e inequidades económicas. Constituyen el porcentaje más alto de la emigración y el grupo que mayor número de víctimas ha registrado en la violencia relacionada con el crimen organizado. Ruvalcaba afirma que la mitad de los jóvenes mexicanos vive bajo la línea de la pobreza y 220 mil emigraron cada año a Estados Unidos entre 2000 y 2006. Pero lo más grave es su reducción a “meros cuerpos sin subjetividad”:
Cada joven ejecutado se considera a priori un miembro de alguna banda criminal. Esta prejuzgada falta de inocencia convierte a estos cadáveres masculinos en meros cuerpos sin subjetividad, sin biografía, y muches veces sin honras fúnebres. Con la ciudadanía negada, se reducen al mote de maleantes. En este drama de la violencia la voz que menos escuchamos es la de los jóvenes. Ellos raramente ocupan el escenario público, si acaso aparecen como cifras de victimarios y víctimas que se reportan al día, y cuando los escuchamos hablar es para enunciar la confesión esperada (y muchas veces forzada) o en todo caso una pálida justificación de sus actos. Pero la mayoría de las veces son sólo cadáveres estridentes, que resignifican la ciudad como un tiradero de cuerpos desechables.
En ese marco, las declaraciones de Felipe Calderón en relación a Villas de Salvarcar no son el producto de información equivocada que algún funcionario le hubiere proporcionado. Se trata más bien de una convicción de Estado, de la cual se desprende una racionalidad concretada en una política pública encaminada a maximizar la precariedad de ciertas vidas. Eso, en esencia, ha sido la militarización: el despligue de fuerzas armadas (ejército y policía federal) y de un discurso que encmarca a ciertas poblaciones como desechables y ha resignificado a lugares como Juárez como “tiradero de cuerpos desechables”.
4. Sociedad agraviada y movilizada
Ante un escenario de criminalización de la vida social, pero también ante la inminencia del exterminio físico, los juarenses salieron a la calle a protestar, en un principio con una agenda no muy clara. Salieron también las organizaciones sociales y gremiales. Los defensores de los derechos humanos, pero también algunos sectores de comerciantes y pequeños empresarios se manifestaron. Una parte de la clase media optó por cerrar sus fraccionamientos y esto, aunque motivado por el miedo, constituyó una muestra de desconfianza radical hacia las autoridades y una forma de protesta. Hubo varias movilizaciones clave; La marcha de los médicos, Las camintas contras la muerte, La marcha del coraje, el dolor y el desagravio, La campaña hacia la justicia, BASTA. Fueron jornadas de lucha y resistencia ante la violencia que no cesaba y se tornaba incontrolable. Si bien, el asesinato de jóvenes fue parte de una política deliberada, en el cálculo del gobierno no estaba que la violencia se multiplicara de manera exponencial. Pronto los asesinatos, los secuestros y las extornsiones alcanzaron a la clase media y, aunque en menor grado, a las cúpulas empresariales.
Independientemente de los números, lo importante es que a pesar del gran embate discursivo por parte del gobierno, del cual se hicieron eco los medios de comunicación, la gente en Juárez salió a la calles y protestó. Es significativo que las voces se haya alzado en un contexto en que incluso algunos intelectuales como Héctor Aguilar Camín reclamaban que la sociedad protestara contra el gobierno, pero no lo hicieran contra los narcotraficantes. Protestar implicaba no solamente desafiar a los contingentes de la Policía Federal y el Ejército (en una marcha fue balaceado el joven Darío Orrantiapo por un policía federal), sino también desafiar a la opinión pública, sobre todo a los medios de comunicación nacionales. La forma del encubrimiento mediático merece una reflexión aparate, pero es importante destacar que imperaba la idea de que quien se oponía a la presencia de los militares en las calles operaba a favor de los intereses de los carteles de narcotrafiantes, y sobre todo, que el gobierno libraba una guerra valiente y honrada contra el narcotráfico.
Gradualmente, quienes se movilizaron empezaron a tener agendas más claras. Entre las demandas destacaron tres: la restauración de la paz, la exigencia de justicia y la desmilitarización. No todos se movilizaron en torno a esos tres ejes, pero gradualmente se fueron conformando varios frentes de acción en torno a ellos. Algunas acciones lograron una convocatoria plural y mostraron formas de protesta innovadoras. Una de ellas fue la Marcha del dolor, el coraje y el desagravio, encabezada por Luz María Dávila; inició en el Monumento a Juárez y terminó en el Puente Internacional de la Avenida Juárez. Durante el trayecto, la marcha se convirtió en un espacio por el que circularon muchas voces y formas imaginativas de mostrar la indignación. Todo girababa alrededor de desmontar el mito de la guerra contra el narco. La embestida militar, le quedaba claro a quienes se manifestaban, estaba dirigida en contra de una sociedad criminilizada.
La movilización fue escenario para mostrar otros rostros de los jóvenes, y en general de los juarenses: subjetividades inteligentes, con capacidad organizativa, de liderazgo y de respuesta: una noticia no muy rentable y poco difundida. La marcha se convirtió en un evento performativo que colaboró a tejer nuevos lazos comunitarios. Esta movilización logró de manera efectiva parodiar de la guerra contra las drogas y el discurso de su comandante en jefe. Los contigentes avanzaban mientras los colectivos de arte escribían en los muros consignas como “Sin Miedo” y “Calderón, los juarenses no te disculpan, vete”. En la última etapa de la marcha los participantes se tiraron al piso mientras a su alrededor pululaban cerdos y gorilas que amenazaban con armas largas hechas de madera, arengados desde lo alto de una camioneta por un actor disfrazado de Felipe Calderón en uniforme militar. Pero esta vez los manifestantes no se conformaron con su destino de cadáveres y se levantaron para seguir marchando.
Un año y medio después de aquella marcha, llegó a Juárez La caravana del consuelo convocada por el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad; a su paso fue recogiendo testimonios y denuncias de los familiares de miles de hombres y mujeres asesinados y desaparecidos; hasta entonces habían sido considerados como daños colaterales. A esta movilización, caracterizada por Miguel Ángel Granados Chapa como un foro ambulante, se sumaron personas de varias partes del país, y aunque no logró consolidarse como un frente que pudiera aglutinar todas las fuerzas a Calderón, se convirtió en el referente de mayor fuerza. Por otra parte, mostró que la lucha por reconstruir el país debe ser múltiple y plural. Cuando Luz María Dávila y Javier Sicilia se abrazaron en la entrada de Juárez, fundieron su dolor en una plataforma ética desde la cual quizá sea posible pensar los términos de reconstrucción del país; es la fuerza de la voz de las víctimas que desde la exigencia se convierten en sujetos de cambio, y no en objetos de lástima o motivo de vergüenza.
5. Entre la política del horror y la resistencia
En un artículo reciente, La política del horror, Sicilia cita a Alain Finkielkaut en relación al nazismo para definir lo que ha sucedido en México en estos años: “un gobierno que hizo coincidir la burocracia —es decir, una inteligencia puramente funcional—una inteligencia sumaria, binaria, abstracta, soberanamente indiferente a la singularidad y a la precariedad de los destinos individuales”.
Sin embargo, Sicilia establece dos diferencias entre el totalitarismo clásico y el gobierno de Calderón. Por un lado, afirma que los Estados totalitarios tienen una imagen deformada de la humanidad y del sentido de la Historia, pero que en el gobierno de Calderón no existe imagen alguna, ni de humanidad ni de Historia. Sicilia señala que entre la burocracia del Estado y lo que llama los poseídos “lo único que reina bajo el disfraz de la democracia y del progreso, es el poder puro, la disputa sin sentido de territorios, de dinero y de la vida humana como pura instrumentalidad”. Por otra parte, señala que en los Estados totalitarios burócratas y poseídos funcionaban en una estructura de carácter monolítico, mientras que “en el gobierno de Calderón no se sabe dónde están; forman parte de la legalidad como de la ilegalidad”.
Sicilia tiene razón; el Estado monolítico ha sido sustituido por redes delincuenciales que operan en territorios en los que las fronteras entre la legalidad e ilegalidad son cada vez más tenues. Sin embargo, lo que Sicilia llama metafóricamente los poseídos, en muchos casos son también los despojadores, es decir, quienes en medio del caos de la violencia, operan con una racionalidad bien calculada y despojan, especulan y se apropian del patrimonio de los demás, y refuncionalizan al Estado para su beneficio. Son personas con nombre y con rostro. Y es por eso que en Juárez, mientras las cosas aparentemente vuelven a la normalidad (en medio de denuncias de tortura y la violación generalizada a los derechos humanos), mientras algunos sectores en el país apuestan al olvido, es imposible no recordar la esperanza que todavía mantienen encendida quienes, con todo en contra, se han negado a abandonar la comunidad de Lomas de Poleo.
Translation - German Juárez zwischen der Politik des Schreckens und dem Widerstand
Willivaldo Delgadillo
Juárez in Berlin
Im Februar 2010 nahm ich an einem Treffen der Deutschen Menschenrechtskoordination Mexiko in Berlin teil. Kaum angekommen, erfuhr ich von dem Massaker in Villas de Salvarcar: 16 Jugendliche waren von einem bewaffneten Kommando umgebracht worden, als sie eine Geburtstagsparty feierten, und die Regierung behauptete, dass es sich um einen Krieg zwischen Banden handele. Als ich zwei Wochen später nach Mexiko zurückkehrte, befand sich die Stadt im Aufstand gegen die Regierung. Am gleichen Tag trat Luz María Dávila, Mutter zweier der Opfer, Felipe Calderón gegenüber und erklärte ihn zur persona non grata. Dieser Augenblick markierte einen Wendepunkt im so genannten Drogenkrieg. Obwohl bereits vorher Demonstrationen und Protestmärsche für den Frieden, gegen die Militarisierung und für die Gerechtigkeit stattgefunden hatten, nahmen diese von jenem Zeitpunkt an eine neue moralische Kraft an. Sie zielten nun darauf ab, das wahre Gesicht des politischen Diskurses aufzuzeigen, dem sich die Politik der sozialen Säuberung des mexikanischen Staates verschrieben hat. Ein Jahr später trug die Ankunft der „Karawane für den Frieden mit Gerechtigkeit und Würde“, zu der der Javier Sicilia1 aufgerufen hatte, dazu bei, die Opfer ins Zentrum der Diskussion zu stellen und ihnen Würde zu verleihen. Sicilia bezeichnete Juárez als „Epizentrum des Schmerzes“ und erkannte hiermit zweifellos die Unterjochung dieser Stadt durch die Regierung Calderón an, eine Unterjochung durch zehntausend Morde und die Kriminalisierung des sozialen Lebens. Gleichzeitig hob er hervor, dass Juárez zum Ausgangspunkt wurde für den Widerstand gegen die Militarisierung und gegen das, was er, Sicilia, als política del horror („Politik des Schreckens“) bezeichnet hat.
Da es für mich unmöglich war, alles, was sich in Juárez ereignete, auf diesem Treffen der Deutschen Menschenrechtskoordination Mexiko anzusprechen, beschloss ich, auf eine Erzählung über einen Rundflug im Helikopter zurückzugreifen. Die Geschichte ging so: Aus dem Hubschrauber sehen wir, auf der einen Seite begrenzt von einer Bergkette, auf der anderen in die Wüste auslaufend, einen dunklen Fleck: die Stadt Ciudad Juárez. Im Süden erkennt man die Dünen von Samalayuca, die seit Anfang der neunziger Jahre kontinuierlich unterhöhlt und ausgeplündert werden. Nicht weit davon befindet sich ein Endlager für radioaktive Abfälle, in dem mit Kobalt-60 kontaminiertes Metall aus einem Röntgengerät der 80er Jahre gelagert wird, deren radioaktives Potenzial ohne weiteres irreversible Schäden hätte verursachen können; es kostete jedoch lediglich mehrere Menschenleben. Dies als Beispiel für die Umweltzerstörung, der die Gegend ausgesetzt ist. Im Osten befindet sich eine lange Reihe ehemaliger Agrarsiedlungen, die von der Immobilienspekulation und dem Drogenhandel zerstört wurden: eine Gegend, die Tal von Juárez genannt wird. Und im Westen der Stadt liegt Lomas de Poleo, eine Gemeinde, in der sich eine Gruppe von Ansiedlern, die dort seit 30 Jahren leben, und eine einflussreiche Gruppe von Geschäftsleuten in einem Landkonflikt befinden. Der Streitfall besteht seit vielen Jahren. Für die Ansiedler steht ein selbstverwaltetes Farmprojekt auf dem Spiel. Für die Unternehmer hingegen ist das mehrere Hektar große Gebiet attraktiv, weil es strategisch günstig in einer binationalen Industriezone liegt. Die örtlichen Regierungen haben dafür Infrastruktur wie die Fernstraßen Jerónimo und Camino Real errichtet, die Juárez auf mehreren Wegen mit Neu-Mexiko2 verbinden. Diese Investitionen zielen darauf ab, in Juárez eine weitere Geschäfts- und Industrieregion (soll heißen, eine Maquiladora3) aufzubauen. Hier wird immer die gleiche alte Formel angewendet: niedrige Löhne und geringe oder gänzlich fehlende Investition in materielle und symbolische Güter für die Arbeiter_innen - meist Immigrantinnen, aber auch junge Männer, die aus ihrer Heimat vertrieben wurden. Seit acht Jahren wird Lomas de Poleo auf Geheiß der Unternehmer von einer paramilitärischen Einheit überwacht, die mit Wachhäuschen und bewaffneten Wachleuten den Ort umzingeln und kontrollieren, wer kommt und geht. Dies geschieht mit der Absicht, die Bewohner sowohl von ihren Nachbarn und dem Nachbarort Lomas de Poleo Bajo als auch von sozialen und Menschenrechtsorganisationen zu isolieren, die versuchen, sie zu unterstützen. Dieser Krieg niedriger Intensität wird unter der Duldung und mit der Komplizenschaft der örtlichen und staatlichen Behörden geführt, die ihre Verantwortlichkeiten aufgegeben haben und zulassen, dass eine Gruppe von Privatleuten Menschen förmlich in Ghettos einsperrt, damit die Bewohner der Gemeinde von ihren Forderungen ablassen und auf Grund und Boden verzichten. Wie man sieht, handelt es sich hier nicht lediglich um einen unter vielen Streitfällen um Grund und Boden, sondern um einen regelrechten Feldzug zur Neuordnung der räumlich-sozialen Beziehungen in der Region. Lomas de Poleo ist keine illegale Siedlung. Die Bewohner können Dokumente vorweisen, die ihnen bescheinigen, dass sie rechtmäßige Besitzer des Bodens sind. Viele Jahre lang hatte die Gemeinde einen funktionierenden Postdienst und war ans Stromnetz angeschlossen. Die Straßen hatten Namen, die im Stadtplan verzeichnet waren; es gab zwei Schulen und eine Kirche. Die Schlägertrupps im Auftrag der Familie Zaragoza übernahmen es, Häuser niederzubrennen (in einem Fall waren zwei Kindern darin), die Kirche zu zerstören, die Straßenschilder abzureißen und die Hunde zu vergiften, während die Anwälte der Familie Zaragoza den Abbau der Strommasten in die Wege leiteten. Ihr Ziel war es, eine Gemeinde zum Niemandsland zu reduzieren und diesen Raub zu vertuschen. Den Höhepunkt stellte eines der gewalttätigsten Ereignisse dieses Feldzuges dar: Ein Anwalt, der einige der Fälle der Bewohner von Lomas de Poleo übernommen hatte, wurde ein paar Häuserblöcke vom Agrargericht der Hauptstadt des Bundesstaates Chihuahua entfernt von Kugeln durchsiebt.
Die Vorfälle in Lomas de Poleo kündigten schlimme Zeiten an.
Über die Prekarität und die Gewalt gegen die Gemeinde
Der Grenzstaat Chihuahua ist beispielhaft für die verheerenden Auswirkungen des Freihandels in Mexiko – ich spreche hier nicht nur von dem Freihandelsabkommen, sondern von der allgemeinen Politik, die in der Region seit den 60er Jahren ausgeübt wird. In Chihuahua, und besonders in Ciudad Juárez und Umgebung, konzentrieren sich auf dramatische Weise die systematische Verletzung der Menschenrechte, Frauenmorde und geschlechtsspezifische Gewalt, der Machtmissbrauch, der in den politischen Strukturen verwurzelt ist, die Militarisierung, die Kriminali-sierung der jungen Männer und des sozialen Protestes, Vertreibungen, außergerichtliche Hinrichtungen, die Zerstörung der regionalen Wirtschaft, die Verwüstung des Bodens, die sozialen Konsequenzen der Deregulierung des Arbeitsmarktes und die Unfähigkeit der nationalen und internationalen Institutionen, auf all dieses Unrecht zu reagieren.
Historische Entwürfe wie der einer Arbeiterklasse, die den transnationalen Interessen untergeordnet ist, haben eine Bevölkerung geschaffen, die als wertlos, als wegwerfbar4 betrachtet wird. Seit den 40er Jahren hat der mexikanische Staat durch zeitlich begrenzte Gastarbeiterabkommen wie dem Bracero-Programm den Handel mit männlichen Arbeitskräften in völliger Schutzlosigkeit zugelassen, damals in der Absicht, die US-amerikanischen Militäreinsätze im Zweiten Weltkrieg und im Koreakrieg zu unterstützen. Später, in den sechziger Jahren, institutionalisierte der mexikanische Staat mit Programmen wie dem Programa Industrial Fronterizo (PIF) und dem Programa Nacional Fronterizo (PRONAF) rechtlich und ideologisch die Basis für die Schaffung einer den Prinzipien des transnationalen Kapitals unterworfenen Arbeiterschaft, die zunächst hauptsächlich aus Frauen bestand. Die Ausnahmebedingungen, unter denen diese transnationalen Interessen sich verwirklichen konnten, hat Enklaven hervorgebracht, in denen die prekäre Lebenssituation der Bewohner extrem wurde. Dies spiegelt sich wider in den niedrigen Löhnen, der hohen Anzahl der Arbeitsstunden, den schlechten Arbeits- und Lebensbedingungen, insbesondere jedoch in dem Stigma der Wegwerfbarkeit, das den Menschen anhaftet, die Opfer dieser öffentlichen Politik sind. Der Staat zu Diensten des freien Marktes hat wohlüberlegte Maßnamen eingeleitet, um die Organisations- und Reaktionsfähigkeit ganzer Gemeinwesen außer Kraft zu setzen. Die Unterdrückung politischer und gewerkschaftlicher Tätigkeiten, die Gewalt gegen Frauen, das Verschwindenlassen von Menschen und die selektive Duldung von Drogen- und Waffenhandel sind einige der Mittel, die der Staat angewendet hat, um den von ihm erzeugten Ausnahmezustand aufrecht zu erhalten. Diese historischen Projekte haben Prozesse hervorgerufen, durch die die Bedingungen für extremste prekäre Lebenssituationen geschaffen wurden, die längst nicht mehr lediglich in Grenzstädten wie Ciudad Juárez vorherrschen, sondern sich in ganz Mexiko ausgebreitet haben.
Wohlüberlegte Entscheidungen
Um das Leben ertragen zu können, müssen stabile und nachhaltige Rahmenbedingungen geschaffen werden, und dort, wo keine Möglichkeit zur Besserung besteht, muss man alles geben, um die Notsituation zu lindern und die Bedingungen für ein würdiges Leben zu stärken.
Das ist laut Autoren wie Judith Butler die Materialität der moralischen Entscheidungen, mit denen die Gesellschaft konfrontiert ist. An Orten wie Ciudad Juárez hat der Staat Mexiko seine Pflichten vernachlässigt und nicht nur aufgegeben, für würdige Lebensbedingungen zu sorgen; in einigen Fällen, wie in dem von Lomas de Poleo, hat er sich abgesehen von der Aufgabe seiner Zuständigkeiten und Verpflichtungen obendrein noch den privaten Interessen der Akteure der Globalisierung auf regionaler Ebene unterworfen. In diesem Zusammenhang hat die Regierung Felipe Calderón die Sicherheitspolitik instrumentalisiert, um die prekäre Lage der Menschen noch zu steigern. Jeder einzelne der mindestens 80.000 Morde der vergangenen sechs Jahre war wie ein Erdbeben, das die Gemeinden erschüttert hat. In Ciudad Juárez hat die Zahl der gewaltsamen Tode 12.000 erreicht; die sozialen, politischen und moralischen Konsequenzen dieser menschlichen Tragödie bleiben abzuwarten.
In einem Artikel zum Thema, der 2010 in der Zeitschrift Nexos veröffentlicht wurde, betont der Autor Héctor Ruvalcaba, dass vor allem die jungen Männer von den ökonomischen Katastrophen und Ungerechtigkeiten betroffen sind. Sie stellen den höchsten Prozentsatz der Emigranten dar und auch die größte Zahl der Opfer der Gewalt in Verbindung mit dem organisierten Verbrechen. Laut Ruvalcaba lebt die Hälfte der jungen Männer in Mexiko unter der Armutsgrenze. Zwischen 2000 und 2006 emigrierten jährlich 220.000 in die USA. Das Schlimmste ist jedoch ihre Reduzierung zu „bloßen Körpern ohne Subjektivität“:
Jeder junge Mann, der umgebracht wird, wird von vornherein als Mitglied irgendeiner kriminellen Bande betrachtet. Dadurch, dass ihnen die Unschuld von vornherein abgesprochen wird, werden diese männlichen Leichname zu bloßen Körpern ohne Subjektivität, ohne Lebenslauf, und in vielen Fällen ohne würdevolle Beerdigung. Die Eigenschaft als Bürger dieses Staates wird ihnen aberkannt; man spricht von ihnen nur als von den ‚Kriminellen’. In diesem Drama der Gewalt ist es die Stimme der jungen Männer, die wir am allerwenigsten hören. Sie haben kaum Präsenz in der Öffentlichkeit, werden höchstens in Listen von Täter- oder Opferzahlen erwähnt, und wenn sie doch einmal zu Wort kommen, dann nur, um das erwartete (und in vielen Fällen erzwungene) Geständnis abzulegen oder allenfalls eine fadenscheinige Rechtfertigung ihrer Taten zu liefern. Doch meist sind es nur plakative Leichname, die die Stadt neu definieren als Müllkippe für wertlose, wegwerfbare Menschenkörper.
In diesem Rahmen sind die Erklärungen Felipe Calderons zu Villas de Salvarcar nicht als Ergebnis fehlerhafter Informationen zu betrachten, die ihm von irgendeinem Beamten übermittelt wurden. Es handelt sich vielmehr um eine Einstellung des Staates, die sich in einer öffentlichen Politik konkretisiert, die darauf zielt, die prekäre Lebenssituation gewisser Menschen auf die Spitze zu treiben. Darin bestand im Wesentlichen die Militarisierung: im Aufmarsch bewaffneter Truppen - Armee und Staatspolizei - und im politischen Diskurs, der bestimmte Bevölkerungsschichten als Wegwerfgut betrachtet und Orte wie Juárez neu definiert hat als Müllkippe für wertlose Menschenkörper.
Eine erniedrigte Gesellschaft erhebt sich
Angesichts eines Szenarios der Kriminalisierung des sozialen Lebens und sogar der Gefahr der bevorstehenden physischen Auslöschung gingen die Bewohner von Juárez auf die Straße um zu protestieren - anfangs mit nicht sehr klar formulierten Forderungen. Auch soziale Organisationen und Verbände schlossen sich den Protesten an. Menschenrechtsorganisatio-nen, doch auch einige Händler und Kleinunternehmer demonstrierten. Ein Teil der Mittelklasse beschloss, ihre Wohnanlagen zu verbarrikadieren; diese Tatsache, obgleich durch Angst motiviert, offenbarte ein tiefes Misstrauen gegenüber der Obrigkeit und damit eine Form des Protestes. Unter den Demonstrationen stachen einige besonders hervor, wie etwa der Protestmarsch der Ärzte, die Caminatas contra la Muerte (Märsche gegen den Tod), die Marcha del Coraje, el Dolor y el Desagravio (Marsch der Wut, des Schmerzes und der Wiedergutmachung), die Campaña hacia la Justicia (Kampagne für Gerechtigkeit), BASTA (de Sangre; Schluss mit dem Blutvergießen, Anm. der Redaktion). Es waren Tage des Kampfes und des Widerstands angesichts der Gewalt, die nicht enden wollte und unkontrollierbar wurde. Obgleich die Ermordung der jungen Leute Teil einer planvollen Politik war, hatte die Regierung nicht einkalkuliert, dass sich die Gewalt exponentiell steigern würde. Bald erreichten die Morde, Entführungen und Erpressungen auch die Mittelklasse und, obwohl in geringerem Maße, selbst die Chefetagen der Unternehmen.
Unabhängig von den Zahlen ist es wichtig hervorzuheben, dass die Bewohner von Juárez auf die Straße gingen, um zu protestieren, trotz des rhetorischen Großangriffs vonseiten des Staates, der von den Medien reproduziert wurde. Es ist bemerkenswert, dass die Stimmen des Protestes sich in einem Zusammenhang erhoben, in dem sogar einige Intellektuelle wie Héctor Aguilar Camín forderten, dass die Menschen auch gegen die Narcos protestieren sollten und nicht nur gegen die Regierung. Zu protestieren bedeutete also nicht nur, sich den Kontingenten der Staatspolizei und die Armee entgegenzustellen (auf einer Demonstration wurde der junge Darío Orrantiapo von einem Polizisten der Bundespolizei erschossen), sondern auch, die öffentliche Meinung -vor allem die der staatlichen Medien - herauszufordern. Die Verschleierung von Seiten der Medien verdient eine gesonderte Untersuchung, aber es scheint mir wichtig hervorzuheben, dass die Ansicht vorherrschte, dass, wer sich gegen die Präsenz des Militärs auf den Straßen aussprach, automatisch den Interessen der Drogenkartelle zuarbeitete, und vor allem, dass die Regierung einen tapferen und ehrenhaften Krieg gegen den Drogenhandel führte.
Allmählich fingen die Protestierenden an, klarere Forderungen zu stellen, bis sich drei Schlagwörter herauskristallisierten: Wiederherstellung des Friedens, Gerechtigkeit, Aufhebung der Militarisierung. Nicht alle Proteste kreisten um diese drei Achsen, doch nach und nach entstanden mehrere Aktionsfronten, in denen wiederholt diese konkreten Forderungen laut wurden. Manche Aktionen zogen eine Menge Leute an und bedienten sich innovativer Methoden, die Empörung zu zeigen. Ein Beispiel ist der “Marsch des Mutes, des Schmerzes und der Wiedergutmachtung”, angeführt von Luz María Dávila. Er führte vom Monumento de Juárez zum Grenzübergang an der Avenida Juárez. Der Protestzug wurde zu einem Forum vieler Stimmen und kreativer Protestformen. Alles zielte darauf ab, den Mythos des Kriegs gegen den Drogenhandel zu entlarven. Der militärische Ansturm, das war allen Protestierenden klar, war gegen die kriminalisierte Gesellschaft gerichtet.
Die Mobilisierung zeigte ein anderes Gesicht der jungen Leute und allgemein der Bewohner von Juárez: intelligente Subjektivitäten mit organisatorischen Fähigkeiten, Reaktionsfähigkeit und Führungsqualitäten. Eine nicht sehr rentable und deshalb wenig verbreitete Nachricht. Die Demonstration wurde zu einem performativen Akt, der dazu beitrug, neue Bande zwischen den Stadtteilen zu schmieden und in dem es gelang, den Drogenkrieg und den politischen Diskurs seines obersten Befehlshabers zu parodieren: Während die Kunstkollektive die Wände mit Losungen wie Sin Miedo („wir haben keine Angst“) und “Calderón, die Bewohner von Juárez verzeihen dir nicht, hau ab“ schmückten, rückten die Marschgruppen vor. Im letzten Abschnitt des Protestzuges warfen sich die Demonstranten auf den Boden, umgeben von Schweinen und Gorillas5, die sie mit langen Waffen aus Holz bedrohten, von der Ladefläche eines Transporters aus angestachelt von einem überzeugend dargestellten Felipe Calderón in Militäruniform. Doch diesmal nahmen die Demonstrierenden ihr Schicksal als Leichname nicht hin und erhoben sich, um weiterzumarschieren.
Anderthalb Jahre nach dieser Aktion traf die Caravana del consuelo („Karawane des Trostes“), zu der die Bewegung für den Frieden mit Gerechtigkeit und Würde aufgerufen hatte, in Juárez ein. Auf ihrem Weg sammelte sie Zeugenaussagen und Anzeigen von Familienmitgliedern der Tausenden ermordeten oder verschwundenen Männer und Frauen, die bis zu jenem Zeitpunkt als Kollateralschäden gegolten hatten. An diesem Protestzug, der von dem Journalisten Miguel Ángel Granados Chapa als ambulantes Forum bezeichnet wurde, nahmen Menschen aus verschiedenen Teilen Mexikos teil. Und obgleich es nicht gelang, eine geschlossene Front gegen Calderón zu bilden, wurde der Zug zum stärksten Referenzpunkt. Hier zeigte sich vor allem, dass der Kampf zur Wiederherstellung des Landes vielfältig und vielstimmig sein muss. Als Luz María Dávila und Javier Sicilia sich am Stadtrand von Juárez umarmten, schien in ihrem gemeinsamen Schmerz ein Ausgangspunkt für die Wiederherstellung des Landes denkbar; der Ausgangspunkt ist die Kraft der Stimmen der Opfer, die durch ihre Forderungen zu Gesichtern des Wandels werden, und nicht zu Objekten des Mitleids oder Grund zur Scham.
Zwischen Politik des Schreckens und Widerstand
In einem jüngst veröffentlichten Artikel, La política del horror („Die Politik des Schreckens“)6, zitiert Sicilia Alain Finkielkraut im Bezug auf den Nazismus, um die Regierung von Felipe Calderón zu definieren: „eine Regierung, die die Bürokratie – also eine rein funktionale Intelligenz – und die Besessenen – also eine summarische, binäre, abstrakte, erhabene Intelligenz, die gegenüber der Singularität und dem Prekären der Einzelschicksale vollkommen gleichgültig ist, in Übereinstimmung gebracht hat“.
Allerdings gibt es laut Sicilia zwei Unterschiede zwischen klassischem Totalitarismus und der Regierung Calderón: Erstens, so schreibt er, habe der totalitäre Staat ein verdrehtes Menschenbild und ein verzerrtes Geschichtsbewusstsein – die Regierung Calderón jedoch habe überhaupt kein Bild, weder der Menschheit, noch der Geschichte. Zwischen der Staatsbürokratie und den „Besessenen“ sei „das Einzige, was unter der Maske der Demokratie und des Fortschritts herrscht, die Macht in ihrer Reinform, der sinnlose Streit um Gebiete, Geld und instrumentali-sierte Menschenleben.“ Zweitens weist er darauf hin, dass in totalitären Regimes die Bürokraten und die „Besessenen“ normalerweise Teile einer monoli-thischen Staatsstruktur sind, während „bei Calderons Regierung ungewiss ist, wo sie stehen: sie sind genauso Teil der Legalität wie der Illegalität“.
Sicilia hat Recht: Der monolithische Staat wurde durch kriminelle Vereinigungen ersetzt, die auf einem Terrain agieren, auf dem die Grenzen zwischen Legalität und Illegalität immer mehr verschwimmen. Und diejenigen, die Sicilia metaphorisch als „die Besessenen“ bezeichnet, sind in Wirklichkeit oft auch die Geier, die inmitten des Chaos und der Gewalt kühl kalkulierend plündern, spekulieren, sich das Vermögen anderer aneignen und den Staatsapparat nach ihrem Gutdünken manipulieren. Diese Menschen haben einen Namen und ein Gesicht. Und obgleich hier in Juárez allem Anschein nach wieder Normalität einkehrt (eine Normalität, in der Folter und Menschenrechtsverletzungen an der Tagesordnung sind) und während von einigen eine Politik des Vergessens betrieben wird, ist es unmöglich, die Hoffnung zu vergessen, die diejenigen immer noch in sich tragen, die sich trotz allem weigerten, die Gemeinde Lomas de Poleo zu verlassen.
Übersetzung: Julia Eggers
1 Schriftsteller und Aktivist
2 Der angrenzende US-amerikanische Bundesstaat
3 Montagebetriebe im Norden Mexikos und in Mittelamerika, die importierte Einzelteile oder Halbfertigware zu Fertigware für den Export zusammensetzen. Die Betriebe arbeiten in zollfreien Produktionszonen (Zona Franca), die seit etwa 1970 etabliert wurden und in Mexiko durch die NAFTA-Freihandelszone (seit 1994) besonders stark wuchsen.
4 Der Autor zitiert damit eine Staatsanwältin aus Chihuahua, die das Wort in diesem Sinne für jugendliche Drogenabhängige verwendet hat.
5 Die in Mexiko üblichen Schimpfworte für Polizisten und Soldaten
6 La política del horror, 8 de noviembre de 2012,
German to Spanish: Bettina von Arnim, GOETHES BRIEFWECHSEL MIT EINEM KINDE General field: Art/Literary Detailed field: Poetry & Literature
Source text - German An Goethe.
18. Juni.
Gestern saß ich der Mutter gegenüber auf meinem Schemel, sie sah mich an und sagte: »Nun, was gibt's? – Warum siehst du mich nicht an?« Ich wollte, sie solle mir erzählen; – ich hatte den Kopf in meine Arme verschränkt. »Nein«, sagte sie, »wenn Du mich nicht ansiehst, so erzähl' ich nichts;« und da ich meinen Eigensinn nicht brechen konnte, ward sie ganz still. – Ich ging auf und ab durch die drei langen schmalen Zimmer, und so oft ich an ihr vorüberschritt, sah sie mich an, als wollte sie sagen: »Wie lang' soll's dauern?« – Endlich sagte sie: »Hör'! – Ich dachte, du gingst.« – »Wohin?« fragte ich. – »Nach Weimar zum Wolfgang, und holtest dir wieder Respekt gegen seine Mutter.« »Ach Mutter, wenn das möglich wär'!« sagte ich und fiel ihr um den Hals und küßte sie und lief im Zimmer auf und ab. »Ei«, sagte sie, »warum soll es denn nicht möglich sein? Der Weg dahin hängt ja aneinander und ist kein Abgrund dazwischen; ich weiß nicht, was dich abhält, wenn du eine so ungeheure Sehnsucht hast; – eine Meile vierzigmal zu machen ist der ganze Spaß, und dann kommst du wieder und erzählst mir alles.«
Nun hab' ich die ganze Nacht von der einen Meile geträumt, die ich vierzigmal machen werde; es ist ja wahr, die Mutter hat recht, nach vierzig durchjagten Stunden läg' ich, am Herzen des Freundes; es ist auf dieser Erde, wo ich ihn finden kann, auf gebahnten Wegen gehet die Straße, alles deutet dorthin, der Stern am Himmel leuchtet bis zu seiner Schwelle, die Kinder am Weg rufen mir zu: »Dort wohnt er!« Was hält mich zurück? – Ich bin allein meiner heißen Sehnsucht Zeuge und sollte mir's nicht gewähren, was ich bitte und flehe, daß ich Mut haben möge? Nein, ich bin nicht allein, diese sehnsüchtigen Gedanken – es sind Gestalten; sie sehen mir fragend unter die Augen: wie ich mein Leben verschleifen könne, ohne Hand in Hand mit ihm, ohne Aug' in Aug' in ihrem Feuer zu verglühen. – O Goethe, ertrag mich, nicht alle Tage bin ich so schwach, daß ich mich hinwerfe vor Dir und nicht aufhören will zu weinen, bis Du mir alles versprichst. Es geht wie ein schneidend Schwert durch mein Herz, daß ich bei Dir sein möchte; – bei Dir, und nichts anders will ich, so wie das Leben vor mir liegt, weiß ich nichts, was ich noch fordern könnte, ich will nichts Neues wissen, nichts soll sich regen, kein Blatt am Baum, die Lüfte sollen schweigen; stille soll's in der Zeit sein, und Du sollst ausharren in Gelassenheit, bis alle Schmerzen an Deiner Brust verwunden sind.
*
19. Juni.
Gestern abend war's so, lieber Goethe; plötzlich riß der Zugwind die Tür auf und löschte mir das Licht, bei dem ich Dir geschrieben habe. – Meine Fenster waren offen, und die Pläne waren niedergelassen; der Sturmwind spielte mit ihnen; – es kam ein heftiger Gewitterregen, da ward mein kleiner Kanarienvogel aufgestört – er flog hinaus in den Sturm, er schrie nach mir, und ich lockte ihn die ganze Nacht. Erst wie das Wetter vorüber war, legt' ich mich schlafen; ich war müde und sehr traurig, auch um meinen lieben Vogel. Wie ich noch bei der Günderode die griechische Geschichte studierte, da zeichnete ich Landkarten, und wenn ich Seen zeichnete, da half er Striche hineinmachen, daß ich ganz verwundert war, wie emsig er mit seinem kleinen Schnabel immer hin und her kratzte.
Nun ist er fort, gewiß hat ihm der Sturm das Leben gekostet; da hab' ich gedacht, wenn ich nun hinausflög', um Dich zu suchen, und käm' durch Sturm und Unwetter bis zu Deiner Tür, die Du mir nicht öffnen würdest – nein, Du wärst fort; Du hättest nicht auf mich gewartet, wie ich die ganze Nacht auf meinen kleinen Vogel; Du gehest andern Menschen nach, Du bewegst Dich in andern Regionen; bald sind's die Sterne, die mit Dir Rücksprache halten, bald die tiefen abgründlichen Felskerne; bald schreitet Dein Blick als Prophet durch Nebel und Luftschichten, und dann nimmst Du der Blumen Farben und vermählst sie dem Licht; deine Leier findest Du immer gestimmt, und wenn sie Dir auch frischgekränzt entgegenprangte, würdest Du fragen: »Wer hat mir diesen schönen Kranz gewunden?« – Dein Gesang würde diese Blumen bald versengen; sie würden ihre Häupter senken, sie würden ihre Farbe verlieren, und bald würden sie unbeachtet am Boden schleifen.
Alle Gedanken, die die Liebe mir eingibt, alles heiße Sehnen und Wollen kann ich nur solchen Feldblumen vergleichen; – sie tun unbewußt über dem grünen Rasen ihre goldnen Augen auf, sie lachen eine Weile in den blauen Himmel, dann leuchten tausend Sterne über ihnen und umtanzen den Mond und verhüllen die zitternden, tränenbelasteten Blumen in Nacht und betäubendem Schlummer. So bist Du, Poete, ein von Sternenreigen seiner Eingebungen umtanzter Mond; meine Gedanken aber liegen im Tal wie die Feldblumen und sinken in Nacht vor Dir, und meine Begeisterung ermattet vor Dir, und alle Gedanken schlafen unter deinem Firmament.
Bettine.
Translation - Spanish Para Goethe.
18 de junio.
Ayer estaba sentada en mi taburete frente a la madre; ella me miró y dijo: –Cuéntame, ¿qué pasa? ¿Por qué no me miras? –Yo le pedí que me contara algo; tenía la cabeza apoyada sobre mis brazos cruzados. –No –dijo ella–, si no me miras, no te contaré nada; –y visto que no pude romper con mi tozudez, se quedó callada. Yo empecé a dar vueltas por las tres largas y estrechas habitaciones, y cada vez que pasaba por delante de ella, me miraba como queriendo decir: –¿Hasta cuándo va a durar esto? –Finalmente dijo: –¡Escúchame! Pensaba que te ibas. –¿A dónde? –A Weimar con Wolfgang, y así recuperarás el respeto hacia su madre. –¡Ay, madre, si eso fuera posible! –dije yo abrazándola y besándola, y continué dando vueltas por la habitación–. Pero hija –dijo– ¿por qué no puede ser posible? El camino hacia allí es todo seguido y no hay ningún abismo de por medio; así que no sé qué te lo impide si tu deseo es tan grande; es tan fácil como hacer una milla cuarenta veces, y luego vuelves y me lo cuentas todo.
Así que he soñado toda la noche con esa milla que haré cuarenta veces; y es bien verdad, la madre tiene razón, tras cuarenta horas corriendo sin cesar reposaría junto al corazón de mi amigo; es en este mundo donde le puedo encontrar, la ruta va por caminos allanados, todo apunta hacia allí, la estrella del cielo ilumina hasta el umbral de su puerta, en el camino los niños me gritan: –¡Ahí es donde vive!– ¿Qué me retiene? Yo sola soy testigo de mi ardiente deseo, y ¿no se me debería conceder lo que ruego y suplico: que tenga valor? No, no estoy sola, estos pensamientos llenos de deseo son seres vivos; me miran interrogativos a los ojos, preguntándome cómo soy capaz de desperdiciar mi vida sin consumirme en su fuego cara a cara, mano a mano con él. O Goethe, aguántame, no todos los días soy tan débil que me tiro al suelo ante ti y no quiero parar de llorar hasta que me lo prometas todo. El anhelo de estar contigo atraviesa mi corazón como una espada afilada; estar contigo, y no quiero nada más, así como se me presenta la vida no se me ocurre nada más que pedir, no quiero saber nada nuevo, que nada se mueva, ni una hoja en un árbol, que callen los aires; que reine silencio en el tiempo, y que aguantes con serenidad hasta que, apoyada en tu pecho, haya superado todo el dolor.
19 de junio.
Anoche fue así, querido Goethe: de repente, la corriente de aire abrió de un golpe la puerta y me apagó la luz con la que te estaba escribiendo. Mis ventanas estaban abiertas, y las cortinas bajadas; el viento borrascoso jugaba con ellas; estalló una lluvia tormentosa que asustó a mi canario; se fue volando hacia la tormenta, me llamaba a gritos, y yo intentaba atraerlo toda la noche. No me acosté hasta que paró el temporal; estaba cansada y muy triste, también por mi querido pájaro. Cuando la Günderode aún me enseñaba historia griega, me hacía dibujar mapas, y cuando dibujaba los lagos, él me ayudaba con el trazo de las líneas, y la diligencia con la que su diminuto pico se movía de un lado a otro me dejó muy asombrada.
Ahora está perdido, seguro que la tormenta le ha costado la vida; entonces me imaginé: y si yo echase a volar en tu búsqueda y tras atravesar tormenta y tempestad llegase hasta tu puerta, la cual no me abrirías… no, tú no estarías; tú no me habrías esperado a mí como yo a mi pajarito durante toda la noche; tú te interesas por otras personas, te mueves por otros territorios; ora son las estrellas que consultan contigo, ora los corazones de las rocas con sus profundidades abismales, ora tu mirada atraviesa la niebla y las capas de aire como un profeta, y entonces coges los colores de las flores y los desposas con la luz. Tu lira siempre la encuentras afinada, e incluso si te la hallases luciendo una guirnalda recién tejida, sólo preguntarías: –¿Quién me ha hecho esta bonita guirnalda?–. Tu canto en breve chamuscaría estas flores; inclinarían sus cabezas, perdirían su color, y pronto yacerían abandonadas en el suelo.
Todos los pensamientos que me inspira el amor, todo el ardiente deseo y anhelo, solo los puedo comparar con tales flores campestres; inconscientes, abren sus ojos dorados sobre el césped verde, sonríen un rato hacia el cielo azul, luego mil estrellas brillan sobre ellas y bailan alrededor de la luna, envolviendo las flores temblorosas y llenas de lágrimas en noche oscura y duermevela sedante. Así eres tú, Poete, eres una luna cortejada por las estrellas danzantes de su propia inspiración; mis pensamientos, sin embargo, yacen en el valle como las flores campestres y se hunden en noche oscura ante ti, y mi exaltación se agota ante ti, y todos los pensamientos duermen bajo tu firmamento.
Bettine.
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